SEGUNDAS OPORTUNIDADES
Lugar: Kazbegi, Georgia
Fecha: 2018
Luego de 4 horas camino a Kazbegi, cuando ya asomaban los picos nevados, paramos a comer algo. Éramos 3, el chofer, un compañero de viaje y yo. Ya en la mesa, la conversación comenzó a ir más allá del “¿De dónde eres? ¿En qué trabajas? ¿Te gusta Georgia?”
Entonces, mi compañero de viaje me dice: “Te voy a confesar algo Wilson. La esposa que te dije que tenía horita ya no está. Luego de 15 años juntos, hace 11 meses se enamoró de su instructor de baile. Un día normal ya no estaba, se esfumó, me dejó. En 15 años no tuve ojos para nadie más, nunca fui infiel, ni siquiera pasó por mi mente. Mi esposa y mis hijos eran todo y suficiente para mí. Pero simplemente se acabó, el amor se extinguió. Las primeras semanas me decía para mí mismo, “esto es una confusión, se le va a pasar; pero han pasado los meses y simplemente ya no está, ni siquiera la mujer que conocí está porque siento que es otra. No sé cómo explicártelo Wilson, pero siento que todo en mí se rompió. No sé si me queda corazón. No sé ni quién soy. Tengo miedo, miedo a que cuando este proceso acabe, no sepa quién es la nueva persona que ha resultado de todo esto”.
Entonces sentí que el frío del norte comenzaba a penetrar en mis huesos a 2,500 metros de altura. Mi mente procesaba millones de pensamientos, mientras mi boca no encontraba las palabras de aliento necesarias. Se sentía el aroma de Rusia que apenas estaba a unos kilómetros en auto. Se acabó la cena, aún aturdido, caminé solo hacia el final de la roca y con el Cáucaso de fondo, solo pensaba: “Así es la vida, aprovéchala y ama con pasión cuándo tengas la oportunidad, que muchas veces no hay segundas oportunidades, tampoco rainchecks, simplemente se acabó”.